Finalizan 1ras. Jornadas Formativas CRUCH con el desafío de avanzar en el diseño de una política universitaria en convivencia y salud mental

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Las “Primeras Jornadas Formativas CRUCH en Convivencia Universitaria y Salud Mental: Diálogo y transformación de conflictos en comunidad”, contaron con la participación de cerca de 200 asistentes en la jornada inaugural y más de 250 personas en los 13 talleres que se impartieron durante los tres días, así como del rector de la UC, Ignacio Sánchez; la rectora de la UMCE, Elisa Araya, y expertas/os internacionales y nacionales.

Entre las conclusiones destacan la necesidad de entender el diálogo como un encuentro real, más que un espacio para resolver un problema; el valor del conflicto para la transformación; la importancia de una comunidad universitaria permeada y sensibilizada respecto a estos temas; entre otras.

La distinción entre la negociación y el diálogo, la importancia de la serenidad para la construcción de puentes, la salud mental comunitaria y la conflictividad como una oportunidad para fortalecer los vínculos, fueron algunos de los principales temas que se abordaron en las “Primeras Jornadas Formativas CRUCH en Convivencia Universitaria y Salud Mental: Diálogo y transformación de conflictos en comunidad” que organizó la Comisión de Convivencia Universitaria y Salud Mental del el Consejo de Rectoras y Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) entre el 9 y 11 de enero, de manera presencial y online.

En estas primeras jornadas, en la que participaron cerca de 200 asistentes en la inauguración y más de 250 personas en los 13 talleres que se impartieron durante los tres días, contó con las intervenciones del rector de la Pontificia Universidad Católica (UC), Ignacio Sánchez; la rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de Educación (UMCE), Elisa Araya; la secretaria ejecutiva del CRUCH, Angélica Bosch; las presidentas de la Comisión, Rosa María Olave, de la Universidad Alberto Hurtado (UAH), y Bertha Escobar, de la Universidad Católica de Temuco (UCT); así como de destacadas/os expertas/os internacionales y nacionales.

El rector Sánchez, quien acompaña a la comisión junto a las rectoras de la Universidad de Chile, Rosa Devés, y de la UMCE, Elisa Araya, valoró la actividad como una oportunidad de “mucho aprendizaje y de compartir experiencias, que van a permitir continuar trabajando de manera más cohesionada y en red”, y resaltó que “no debemos olvidar que este es un trabajo de largo aliento que nos convoca a todas y todos (…) que vamos a liderar desde la Comisión de Convivencia Universitaria y Salud Mental del CRUCH, pero al que invitamos se unan de manera proactiva, llevando y aplicando lo aprendido a nuestras comunidades”.

Por su parte, la secretaria general del CRUCH, Angélica Bosch, puntualizó que “estas jornadas nos convocaron a pensar en el escenario actual, en lo que nos ocurre como personas, pero también a proyectar el futuro (…) Necesitamos de la convivencia para alcanzar los retos actuales y los venideros, incorporando en nuestras metas la felicidad común, la cohesión social y la capacidad de construir juntas y juntos”.

En cuanto a las principales conclusiones, las presidentas de la comisión, Rosa María Olave y Bertha Escobar, señalaron la necesidad de entender el diálogo como un encuentro real, más que un espacio para resolver un problema; el valor del conflicto para la transformación; la importancia de una comunidad universitaria permeada y sensibilizada respecto a estos temas; así como la necesidad de considerar el diseño de una política universitaria en convivencia y salud mental, que cuente con la participación de todos los estamentos.

Hacia una política en convivencia y salud mental

En la sesión de conclusiones, Rosa María Olave se refirió a los elementos que debiese contener una política universitaria en convivencia y salud mental. Expresó que “lo primero es la franqueza, es decir, no generar expectativas, para poder sostener un discurso que sea consistente, además de desarrollar prácticas que estén claramente situadas en nuestros contextos”. En cuanto a algunos principios, indicó que debe ser “inclusiva, democrática, participativa, con perspectiva de derechos humanos y que respete la dignidad de todas las personas. También, que promueva climas de buen trato al interior de las universidades, que sea triestamental, que ponga en el centro la promoción y prevención, junto con atenciones más especializadas, y que todo esté articulado”.

Por su parte, Bertha Escobar resaltó dos conceptos relevantes que se abordaron en las jornadas: la singularidad, que se encuentra en el espacio entre lo social y lo individual, y que “implica mirar las trayectorias de vida, talentos y resiliencia de nuestros estudiantes”; además de la serenidad, para generar puntos de encuentro. Por otro lado, planteó el desafío de propiciar que más académicas/os participen en estas actividades y avanzar en “cómo los ayudamos a tomar conciencia de que el aula es un espacio donde también se construye la salud mental”.

A juicio de Katia Ornelas, invitada internacional que participó en la sesión de conclusiones, es en las aulas donde se construye ciudadanía y, por ello, el rol de las/os académicas/os es fundamental. La experta, quien tiene una amplia trayectoria en el diseño y facilitación de procesos de construcción de paz y justicia restaurativa en contextos universitarios, también explicó que desde la perspectiva de la justicia restaurativa, es posible abordar el conflicto en base a tres pilares: fomentar relaciones saludables; crear ambientes justos y equitativos de aprendizaje; y reparar y transformar el daño causado por los conflictos.

Respecto a la evaluación de las jornadas, la rectora Elisa Araya, destacó que fueron “el cierre de un proceso y el comienzo de otro (…) Creo que este es un tema que moviliza, del que todavía tenemos mucho que aprender (…). Hay que estar muy atentos porque, efectivamente, las/os estudiantes han manifestado la necesidad de instituciones más cuidadosas, más protectoras, con mayores niveles de cuidados, no solamente en lo académico, sino que en lo relacional”.

En este sentido, Josiane Bonneffoy, vicerrectora de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios de la Universidad de Chile, quien representó a la rectora Rosa Devés, sostuvo que las jornadas permitieron incorporar la mirada comunitaria. “Estamos insertos en una sociedad donde hay problemas de convivencia, hay problemas sociales, hay estigmatización, hay exclusión. Entonces, pensar que eso no se va a trasladar al interior de la universidad es muy utópico (…) esto nos plantea un desafío muy fuerte en términos de convivencia, de hacernos cargo no solo de lo que hay hacia el interior, sino de lo que vemos cotidianamente fuera de la universidad”.

Finalmente, la rectora Araya se comprometió apoyar el trabajo de la Comisión con miras a propiciar una discusión para la elaboración de una política y un marco regulatorio de convivencia universitaria y salud mental “que sea flexible para mostrar los sellos de cada institución y las particularidades de los territorios donde las universidades están insertas”.

Condiciones para el diálogo

En la sesión inaugural, que se desarrolló en la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC) -y se transmitió vía streaming-, se realizaron dos paneles con expertas y expertos, uno internacional y otro nacional.

El primer panel estuvo integrado por el director de la misión en Chile del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo, de Noruega, Alfredo Zamudio; la directora del Máster de Mediación de la Universidad Complutense de Madrid, España, Leticia García Villaluenga; el rector de la UC, Ignacio Sánchez, y la rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), Elisa Araya.

La conversación fue moderada por la periodista y conductora del programa Sanamente de CNN Chile, Paloma Ávila, quien focalizó las preguntas en torno a cómo incorporar herramientas para relacionarse de un modo distinto con los conflictos, cómo entender la conflictividad en el contexto universitario y la relación con los conflictos sociales, entre otras.

En primer lugar, Zamudio hizo una distinción entre la negociación y el diálogo, señalando que la negociación es una transacción que pone énfasis en los resultados y, en cambio, el diálogo ofrece “el tiempo y el espacio para que las personas puedan traer la complejidad de sus respectivas realidades”.

García Villaluenga agregó que la escucha requiere tiempo, y “también requiere aprendizaje. Necesitamos formarnos también en técnicas de resolución de conflictos”. También afirmó que “las universidades deben estar al servicio de la sociedad y crear ese tejido social donde la paz no sea una palabra, donde la paz sea el compromiso que tiene cada ciudadano”. Además, comentó que en España existe una la ley de convivencia universitaria desde el año 2022.

En relación al tiempo, Zamudio coincidió que es un factor importante, pero que para dialogar, lo primero es saber si hay voluntad de hacerlo. “Si tú quieres construir un puente, no lo construyes desde el medio, tienes que construirlo de una orilla y de otra orilla. Y aquí (para el diálogo) tienen que estar de acuerdo si necesitan un puente, si lo quieren y para qué les sirve. Si no hay acuerdo, tal vez el puente no lleva a ningún lado”, señaló.

Otro factor relevante es la serenidad con la que se aborda el diálogo. “La gente no necesariamente quiere que le des la solución, porque entienden que la solución no está en tus manos. La gente no es lesa, sabe que no todo es posible, pero quiere sentirse escuchada”, opinó Zamudio, quien además indicó que es importante que el diálogo no sea entre representantes, sino entre los representados, “y eso toma tiempo, pero eso es incluyente, eso es transformador”.

Nudos en el tejido social

En cuanto al valor del diálogo y los encuentros en el proceso de construcción del tejido social, Zamudio invitó a imaginar “la vida del ser humano como un hilo. Cada vida es un hilo, pero un tejido se compone de nudos con la vida de otras personas. Si no hay puntos de encuentro equitativo con otras personas ese tejido social es muy débil. Mientras más puntos de encuentro existan entre las personas, el tejido social de nuestra sociedad es más fuerte. Mientras más segregado esté, más débil es la sociedad”, dijo.

Por su parte, el rector Sánchez apreció esta manera distinta de comprender los nudos. “Hay una doble mirada del nudo, que tiene que ver con una problemática, pero también tiene que ver con una sujeción a una más estrecha relación que da un sustento entre dos cabos o entre distintas puntas de un telar”.

Para la rectora Araya, “que hayan estos nudos que hacen resistente el tejido me parece tremendamente importante de considerar”. Junto con ello, reivindicó el rol del conflicto, en el sentido de que no se puede negar, que es inherente a las relaciones. “Lo que deberíamos hacer es develarlos (los conflictos) de manera respetuosa, sincera y leal. Esta idea de que una relación o una institución va a ser más sana por la ausencia de conflicto es ilusoria, es falaz, y hace que nos alejemos de la posibilidad de enfrentarlo como adultos y de decir bueno, aquí está, hablemos, aprendamos, resolvamos y avancemos”, enfatizó.

Además, la rectora puntualizó que es “interesante y central” ver que el conflicto conlleva aprendizaje, y “algunos conflictos que están alojados en las universidades son el síntoma de una sociedad que no ha resuelto estas necesidades”.

Al respecto, García Villaluenga, sostuvo que en las formas en las que una sociedad resuelve sus conflictos se evidencian sus valores y que “la universidad también lo está haciendo y lo hace desde cada una de las personas que la componemos”.

El valor del conflicto para la transformación

El segundo panel de la sesión inaugural, donde se profundizó en el valor del conflicto para la transformación, estuvo integrado por la directora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), María Luisa Méndez, y el académico de la Universidad de Chile (UChile) y co-autor del libro “Salud mental universitaria: voces, trayectorias y prácticas situadas”, Roberto Aceituno.

“Podemos ver el conflicto como un espacio de tensión, de transformación, no solo como algo negativo, como un problema, sino que también como algo que logra transformar el estado de las cosas (…) aquello que vemos como conflicto en realidad también es un llamado a reformular el vínculo social”, sostuvo Méndez.

Al respecto, Aceituno, puntualizó que para que haya conflicto entre dos partes, “tiene que haber algo más o menos común, porque si no, lo que hay no es conflicto, es una división radical y yo creo que en muchos sentidos, la sociedad chilena experimenta esa realidad, no experimenta la realidad del conflicto”.

Llevándolo al ámbito universitario, Méndez, señaló que dado que las universidades son las instituciones que gozan de mayor legitimidad y confianza, tienen el gran desafío de ser el espacio donde se escuche “respetuosamente la diversidad, pero generando una comprensión de lo común”.

En cuanto a la salud mental, Aceituno enfatizó que primero se debe identificar dónde está la relación de las y los estudiantes con la institución en los primeros niveles de contacto. “Las direcciones de asuntos estudiantiles, los profesores, los consejos de docencia, ese es un nivel sobre el cual hay que intervenir (…) hay que ir a preguntarle más a los profesionales que trabajan con las y los estudiantes, más que decirles a los profesionales cuál es la política que tienen que implementar”.

Talleres y otras actividades

Durante los tres días de las jornadas se realizaron 13 talleres en diversas temáticas, en los que participaron fundamentalmente equipos de apoyo estudiantil y salud mental u áreas afines, de todas las universidades CRUCH. También, de otras instituciones del sistema universitario.

Los talleres fueron impartidos por académicas/os y expertas/os de las universidades del CRUCH en los siguientes ámbitos: competencias para el diálogo por Valeska Grau (UC) y Rosa María Olave (UAH); primera ayuda psicológica en contextos universitarios por Yael Weinstein (UChile) y Irma Ahumada (UChile); desarrollo de competencias en el aula por Bertha Escobar (UCT) y Jessica Navarro (UCT); herramientas para la intervención en crisis por Irene Léniz (UOH) y Claudia Prado (UOH); herramientas para la implementación de prácticas restaurativas en el ámbito universitario por estrategias para el abordaje de conflictos por la Red de Justicia Restaurativa en Universidades: Macarena Jofré (UTEM), José Manosalva (UChile), Consuelo Prudencio (UChile), Consuelo Sepúlveda (UChile), Francisco Farías (UAH) y Juan Williams (UAH); estrategias para el abordaje de conflictos por Rosa María Olave (UAH) y Gonzalo Frei (UAH); introducción a la primera ayuda psicológica por Vania Martínez (IMHAY) y Alejandro Riquelme (Minsal); vida universitaria: competencias socioemocionales para una sana convivencia por Mónica Guzmán (UCN) y Darío Villafranca (UDP), y por Verónica Aravena (UMAG) y Patricia Astroza (ULS); estrategias para el abordaje de conflictos: liderazgos académicos y directivos por Maricarmen Anaís (UDP); y primeros auxilios emocionales (PAE) en contexto universitario por Paola Núñez (UCSC) y Lorena Rodríguez (UCSC).

Además, se expusieron dos iniciativas estudiantiles vinculadas a la convivencia universitaria y salud mental: Coffee Talk, de la Universidad Católica de Temuco (UCT); y Ludoteca UDP, de la Universidad Diego Portales (UDP).

Texto: Comunicaciones CRUCH

Fotos: Pontificia Universidad Católica de Chile (UC) y Comunicaciones CRUCH.

 

 

 

Revisa los videos de la inauguración y sesión final de las Primeras Jornadas Formativas CRUCH en Convivencia Universitaria y Salud Mental a continuación: